La infección de la herida quirúrgica es una complicación frecuente y grave en el contexto hospitalario, siendo su prevención y tratamiento un desafío para los profesionales de la salud. La incidencia de estas infecciones oscila entre el 2 y el 7 por ciento, lo que puede traducirse en un aumento significativo en la duración de la estancia hospitalaria del paciente, en torno a 6.5 días adicionales. Para enfrentar esta situación con eficacia, es esencial una colaboración estrecha entre el personal de enfermería y los médicos, así como un conocimiento profundo de las pautas y procedimientos adecuados. En este artículo, abordaremos de manera detallada los aspectos claves relacionados con la infección de herida quirúrgica: definición, prevención y estrategias de tratamiento, ofreciendo así respuestas claras a las inquietudes que este tema puede generar.
Definición de infección de herida quirúrgica
La herida quirúrgica se clasifica en función de su profundidad y el momento de aparición tras la cirugía. Es importante entender estas categorías para poder identificar y tratar adecuadamente cada tipo de infección.
Superficial de herida dirigida
Se caracteriza por afectar solamente a la piel y tejido subcutáneo y se manifiesta durante los primeros 30 días post-operatorios. Para su diagnóstico, debe presentar al menos uno de los siguientes criterios:
- Salida de pus por la incisión
- Cultivo positivo tomado de forma aséptica
- Apertura deliberada de la herida y presencia de calor, dolor, tumefacción o edema
Infección profunda del sitio quirúrgico
Esta infección se extiende más allá de la piel y afecta a niveles fasciales o musculares. Puede diagnosticarse a través de síntomas como fiebre superior a 38 grados, dolor localizado o salida de pus en la incisión profunda, y su ventana de tiempo se amplía hasta los 90 días.
Infección órgano-espacio del sitio quirúrgico
La más profunda de las infecciones, que afecta el espacio operado y los órganos circundantes. Su diagnóstico se basa en la presencia de pus o abscesos y en estudios físicos, radiológicos o histológicos.
Medidas de prevención de infección
La prevención es la clave para reducir la incidencia de infecciones post-operatorias. Por ello, se deben seguir protocolos estrictos que incluyen una adecuada preparación del paciente y del personal quirúrgico.
Preparación del paciente
Las medidas preparatorias comienzan con la higiene, incluyendo la ducha preoperatoria y la descontaminación nasal en casos específicos. Se evitará el rasurado del vello en la zona de la incisión y se establecerá la profilaxis antibiótica adecuada según el tipo de cirugía y las características del paciente.
Medidas intraoperatorias
Durante la cirugía, es esencial un correcto lavado de manos y el uso de guantes dobles en situaciones de alto riesgo. La preparación de la piel del paciente se hará con soluciones antisépticas adecuadas, evitando aquellos productos que puedan aumentar el riesgo de infección. También se debe controlar la temperatura, oxigenación y perfusión del paciente.
Tratamiento de la infección
En caso de que la infección se desarrolle, es crucial un tratamiento oportuno y preciso para evitar complicaciones mayores.
Exploración y manejo de la herida
La herida debe ser explorada meticulosamente y, si es necesario, se procederá a su drenaje y desbridamiento quirúrgico. En heridas superficiales, esto puede realizarse en diferentes entornos, mientras que las infecciones profundas requieren atención en quirófano.
Lavado de la herida y apósitos
El lavado se realizará con solución salina o agua, evitando sustancias que alteren la cicatrización. Los apósitos se adaptarán a cada fase de la curación, manteniendo la humedad y temperatura adecuada, y se cambiarán según la evolución de la herida.
Terapia antibiótica
El tratamiento antibiótico se iniciará en función de la gravedad de la infección y las comorbilidades del paciente. Se emplearán pautas de antibióticos para cubrir los gérmenes más comunes y se ajustará el tratamiento según resultados de cultivos.
En conclusión, el manejo de la infección de herida quirúrgica requiere un enfoque preventivo y protocolos claros para su tratamiento. La colaboración entre profesionales y una intervención temprana son fundamentales para reducir la morbilidad asociada y mejorar los resultados de salud en los pacientes quirúrgicos.